La decepción me despertó, mezclada con una amarga frustración.
No solo me desvalorizaste, sino que te burlaste de mi visión del mundo, de mi "saco de huesos", como si fuera una idea absurda, indigna de ser considerada.
Estoy en el trabajo y mientras descubro que mi sesión activo la protección del servidor localizando un troyano que limpió rápidamente, mi pensamiento divaga:
Quizás tengas razón, quizás seamos algo más que eso, quizás llevemos en nuestro interior un universo entero, una galaxia de emociones, un mar de secretos que ni tú ni yo logramos descifrar. Pero tu arrogancia, como un muro frío e impenetrable, me lo impide ver.
Esta frustración me quema en la garganta, con la tristeza de no haber podido compartir mis ideas contigo, de no haber encontrado en ti una mente abierta al diálogo, un alma dispuesta a bailar con la mía en la inmensidad del cosmos.
Miro al cielo, buscando respuestas en las estrellas, y siento cómo el vacío se me instala en el pecho, un vacío lleno de la firmeza de mis convicciones.
No habrá más diálogo, ni encuentros cósmicos de repente.
Y aunque mi intuición, no descifre dónde estás.
Seré estrellas, que salgan de tu universo interior.
Soy un "saco de huesos" pensante, sintiente, y eso me basta para seguir adelante, para buscar en el universo a alguien que vea en mí no solo huesos, sino estrellas.